Después de una semana santa completamente perdida en Mar del Plata, donde solo me ocupe de comer y dormir, vuelvo a Buenos Aires con cierto ánimo renovado.
El Lunes, bien tarde (como para seguir aislándome) llego al abasto. Después de pavear un rato por el meeting point del festival, no me queda otra que acercarme a la sala en la que van a proyectar "Screaming Masterpiece". La peli va de documental. La cámara viaja a toda velocidad a través de una estepa nival, algo así como un desierto todo nevado, que debo admitir, tiene cierto encanto. La música es estridente, muevo la patita y de pronto aparecen los Sigur Ros, tocando en New York. El paisaje que habíamos visto era Islandia, un país que parece aislado de todo, pero que tiene una escena musical de lo más variada. Por suerte Bjork tarda en aparecer y mucho antes de soportarla, nos encontramos con propuestas sumamente interesantes. Una chica que toca con su laptop en el suelo, acompañada por un cuarteto de cuerdas; un muchacho que alquila una iglesia para grabar sus canciones, un rockero avant-garde que cuenta lo tortuoso que es ser novedoso en un país como ese; y hasta una orquesta, haciendo un himno órfico, liderada por un jefe pagano. Todo estos personajes y algunos mas (la ya mencionada Bjork, Mum, Slowblow, un grupo que toco alguna vez en la mansión presidencial islandesa) aparecen intermitentemente tocando o hablando, contando como es eso de ser de Islandia, o mejor dicho, como es eso de ser músico en Islandia.
El Martes fue mucho mas agitado. Después de leer a mucha gente hablar maravillas de Portabella, descubro que se agrego una función más de su última película "Pont de Varsovia". Inmediatamente compro entradas, ignorando el hecho de que el horario se superpone con otra función a la que tengo intenciones de ir: "Los próximos pasados" de Lorena Muñoz. El plan es el siguiente: perderse los últimos 15 minutos de Los próximos pasados y entrar justo al inicio de Portabella. Pero como los horarios no son del todo estrictos, y la puntualidad no parece ser uno de los rasgos distintivos del festival, "Los próximos pasados" empieza (previa presentación y pequeño comentario de la directora) media hora después de lo previsto. Miro la primera media hora de Los próximos pasados con angustia, sabiendo que no me voy a poder quedar. La película parece gustarme. Me entero de la existencia de Siqueiros y quedo prendado a la figura de Natalio Botana, director del diario Crítica. No puedo quedarme para más, la peli promete, habría que intentar volver a verla.
Salgo culposo de la sala y casi trotando voy a otra cercana. Llego dos minutos antes de que empiece la película.
De "Pont de Varsovia" había leído que era algo así como un manifiesto "anti-cine" de Portabella, mas que eso, una proclama sobre el fin del cine. Al menos en los términos que hoy lo comprendemos. En la película detecto algo de eso, aunque se me escapan sutilidades que luego detecto releyendo la crítica. Es buena "Pont de Varsovia", lamento que hayan superpuesto el sonido original en catalán, por un burdo doblado en castizo que le quita algo al asunto. De todos modos, funciona a pesar de eso.
Salgo lamentando no haber terminado con Los próximos pasados y tranquilo de por lo menos haber visto a Portabella.
El miercoles, es demasiado parecido al lunes. Llego tardísimo al Abasto y no me queda tiempo para nada, excepto para la larga cola de la proyección de "Los suicidas", segunda película de Juan Villegas. Todo el atractivo que pueda tener, se lo atribuyo al hecho de ser una adaptación de una novela de ese figuron de las letras nacionales que fue Antonio Di Benedetto. La película, lamentablemente, no le hace justicia. Aunque por momentos, tengo ataques de culpa porque creo que Leonora Balcarce esta muy bien (Porque creo que siempre esta bien) y porque, en definitiva, la historia de amor me atrapa un poco. Si Villegas tenía la intención de adaptar al cine la historia de Di Benedetto, falló por los cuatro costados. Ahora si tan solo se choreo la historia y le dio algún toque ganchero, bueno, sigue siendo una película menor, pero tiene algún momento simpático. (Me aturde un poco que los momentos que yo consideraba de tensión en el libro, Villegas los apropie y los transforme en pequeños gags cómicos para la tribuna) En todo caso, capitulo aparte para Balcarce que levanta el promedio de la película.
Después de la proyección, Villegas y parte del elenco (la srta. Balcarce esta ausente) se quedan a responder preguntas, ante el silencio sepulcral del publico, se me ocurre preguntarle al elenco si habían leído la novela, digo, como para ver si se dieron cuenta que esto poco tiene que ver con Di Benedetto. El elenco se abre de gambas, dicen que "tuvieron una visión propia" y me dejan con la sensación de que no pregunte como la gente.